Cuentan los ancianos de Pomacochas que hace muchos años, en el lugar
que hoy ocupa el lago, existía una pequeña ciudad. Las pampas y praderas
de los alrededores eran extraordinariamente fértiles, como hasta hoy, y
sus habitantes que eran ganaderos y agricultores, ostentaban riqueza y
poder, y por consiguiente, la soberbia y mezquindad reinaba en ellos.
Al ver esto, Dios decidió venir por estos lares en la forma de un
anciano mendigo. Entró en la ciudad una noche fría. Tocó muchas puertas,
pidiendo algo de comida y cobijo sin encontrar alma caritativa alguna;
cuando ya se daba por vencido, decidió tocar solo una puerta más. Abrió
una señora, de condición humilde. El anciano le pidió ayuda, y ella a
pesar que solo le quedaba una gallina en el corral, sin pensarlo
demasiado, la mató para prepararle un delicioso caldo.
Cuando la señora iba hacia la mesa donde sentó al mendigo, con el
plato en las manos, Él se puso de pie, revelando su verdadera identidad,
y con la mirada firme pero triste le dijo:
A la medianoche castigaré a esta ciudad por su falta de generosidad y
agradecimiento por todas las bondades que la naturaleza les ha
brindado. Pero tú, bondadosa mujer, serás salvada. Advierte a tu familia
que esta noche caerá sobre el valle un diluvio que lo inundará todo, y
no quedará nada de lo que hoy ves a tu alrededor.
Diciendo esto, el anciano desapareció. La señora, estupefacta por lo
que había sucedido, despertó a sus hijos, y fue corriendo a avisar a sus
familiares en la ciudad. Empacó lo mínimo indispensable y caminaron
bajo la noche despejada, hacia lo alto del cerro Trancaurco (en quechua
Tranca=Portada y Urco=Cerro). De un momento a otro, una lluvia
torrencial como nunca antes se había visto comenzó a caer sobre la
ciudad; rayos y relámpagos cortaban el cielo, ahora agolpado de nubes
negras, causando confusión y desesperación sobre los inadvertidos
pobladores, quienes sucumbieron ante la ira de Dios.
A los pocos días todo el valle parecía dominado por el imponente lago
de más de 12 km2 y se cuenta que durante muchos años, los pumas de los
alrededores bajaban a beber de sus aguas, entre los totorales. Es por
eso que el lago lleva el nombre de Pomacochas, que en quechua significa
"Lago de los Pumas". A orillas del lago se edificó la nueva ciudad,
conocida hasta hoy en día como Florida Pomacochas.
Fuente: www.enperu.org