jueves, 11 de junio de 2015

Catarata de Gocta: impresionante como nunca



El año pasado, nuestros compañeros del cuarto grado, realizaron un pequeño viaje a la CATARATA DE GOCTA. Ellos nos relatan aquí lo fantástico y lo emocionante de esta experiencia inolvidable y de la maravilla de catarata como es Gocta; no te quedes con la intriga, sigue leyendo y acompáñalos nuevamente en este viaje.

Por fin habíamos llegado y ante nosotros estaban los 771 metros de acuática belleza de la tercera catarata más alta del mundo y que caían hermosa y violentamente. Considerada una de las nuevas joyas naturales del Perú. Su casi reciente descubrimiento ha servido para añadir un nuevo atractivo más a conocer en el departamento de Amazonas, como si ya no tuviera bastante este lugar por ofrecer. La catarata de Gocta es un lugar que hay que visitar no solo por ver su inmensa caída, sino también por la grata experiencia que es hacer un poco de senderismo que si bien demanda algo de esfuerzo se realiza en medio de un paisaje espectacular.

El camino está en buen estado pero en tiempos de lluvia debe ser muy complicado por lo enfangado que debe ponerse por lo que siempre es bueno ir allí con botas. El sendero se proyecta sobre las laderas de varios cerros y a través de la densa montaña andina que ya avisa el principio de la selva.

Consideramos que la caminata de ida no es tan complicada como el de vuelta que nos pareció un poco más exigente ya que es en subida; pero tranquilamente vimos a una pareja de simpáticos abuelitos que hacían el camino acompañados de los parientes y quienes, aunque, estaban algo fatigados no dejaban de mostrar entusiasmo y alegría por estar en medio de toda esa belleza verde.


Poco a poco la geografía andina cede su espacio a un ambiente mucho más húmedo y vaporoso por lo que uno se cree ya casi en medio de la selva. El sendero está excelentemente acondicionado y muy bien señalizado, cosa no muy común en el Perú dicho sea de paso; además en algunos tramos hay unos carteles con mensajes que tratan de concientizar al viajero sobre la importancia de la naturaleza y el respeto que le debemos tener.


Llegamos a uno de los miradores desde donde ya se puede ver la fastuosa caída de agua que parece un blanco velo de novia que cae sobre cerros tapizados de verdor. Conforme pasa el tiempo el rugir estentóreo de la catarata se hace más evidente: parece como si el fin o el principio del mundo tuviera música, esa música es la violenta percusión que hace el agua al reventar, sonido que se expande como un eco amenazador por todo el valle.

Acercarse al lugar donde las aguas revientan es una buena idea solo si se hace bien cubierto con una chaqueta impermeable: allí hace frío y uno acaba calado hasta el alma por las salpicaduras. Cuando todo el grupo estuvo junto nuestro guía nos contó la leyenda que está asociada a las cataratas: se dice que hay una sirena en esta parte y que cuida una vasija de oro y que es a su vez secundada en dicha labor por una inmensa serpiente, motivo por el cual nadie se acercaba a la catarata que ha sido “descubierta” no hace mucho por un extranjero. Además de ello se sabe que en esta zona desapareció un lugareño lo que fue más que suficiente para reforzar el temor que los habitantes de los pueblos de alrededor sentían y que no les permitía acercarse a esta belleza que hoy felizmente está abierta para todo aquel que quieran visitarla.


Hicimos el camino de vuelta que como dijimos líneas arriba demandaba más esfuerzo que el de ida ya que tiene muchos segmentos que son en subida. Finalmente llegamos hasta San Pablo de Valera donde en uno de sus restaurantes comimos un buen almuerzo que nos ayudaron a reponer energía. Cuando todo el grupo que formaba parte del viaje estuvo reunido subimos a la combi y regresamos hacia Pomacochas.

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